jueves, 19 de febrero de 2009
miércoles, 13 de febrero de 2008
El libro del placer
como un libro de poesía manoseado.
He de abrírselas por la página del placer
y que la muerte me sorprenda embriagado
del olor a verso cantado mil veces
contra el dolor que rasga lo soñado.
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De tomates y endivias
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viernes, 7 de diciembre de 2007
Adulterio
Conceptos: garrapata, demencia, incandescer, Saturno, terciopelo.
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Fui infiel a una vieja garrapata
martes, 4 de diciembre de 2007
Danza macabra
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Quise ser pasto de buitres, suculento anzuelo,
comida para llevar, morro de cerdo con pelo,
una pizza congelada o pimiento cortado al vuelo.
Si me cortas a trocitos, pégame con celo.
Yo soy así de espartano,
no soy griego, ni troyano.
Como el colibrí,
soy del altiplano.
Ayer te dio un espasmo que te erizó el pelo,
desde la butaca diste un salto de pantera
y con tus bragas de fulana con cremallera
me atizaste en las orejas; rodé por el suelo.
Yo soy así de espartano,
no soy griego, ni troyano.
Como el colibrí,
soy del altiplano.
Aunque me trates tan mal, tortillita, mi cielo,
en mi nueva condición hallo al fin gran consuelo.
Con un aceitoso rollito de primavera
tengo en común, desde ayer, al menos, la sordera.
¡Que suenen las castañuelas,
sigue el ritmo con las muelas!
Repíteme el estribillo
gira como un molinillo.
Me falla algún alejandrino,
pero me importa un comino.
No soy más que polvo en el camino.
lunes, 3 de diciembre de 2007
Videojuegos, karaoke poético y un bogavante.
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Volviendo al asunto de los videojuegos, creo que para que puedan ser considerados arte habría que crear unos escenarios, unos personajes y una trama que vayan más allá de lo convencional y, más allá de la mera intención de entretener y sorprender. Que el creador busque conmover, haga reflexionar, muestre algo de las eternas preocupaciones humanas, nos haga reír o llorar de emoción, sea crítico con aquello que nos perjudica, proponga caminos para la evolución o exprese sentimientos. Jugar sería como vivir una historia de amor, una intensa amistad o enfrascarse en un proyecto vital.
Claro que si se trata de establecer el concepto de arte en torno a la intención artística, en mis ratos libres me dedico a pintar, y ayer me dije: "Voy a pintar un cuadro. Consistirá en unos garabatos hechos con mayonesa con conservantes y extendidos con un cepillo de dientes. Y en la esquina superior derecha dibujaré a carboncillo un hocico de pastor alsaciano y una aspirina."
Me acerqué al lienzo armado con el cepillo de dientes pringado de mayonesa dispuesto a embadurnarlo a conciencia, y cuando fui a trazar el primer garabato, me dije: “No”. Y no lo toqué, no pinte nada. Decidí venderlo tal como estaba, pensé: "Si la esencia del arte está en la intención artística, este lienzo ya la tiene."
Se va a llamar: “Restos de un bogavante dejados al borde del plato, casi”.
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martes, 27 de noviembre de 2007
Tocinillos de cielo
en nubes de aires ajados y formas licuadas.
Hundiré el tornillo hasta resquebrajar la madera en dos
(y oirás el chasquido del pulmón cortado por los alicates)
para sentirte siglos y galaxias, abierta y desangrada
entre mis manos de sicario de los lagartos.
Te rompo, te despedazo, y con tus ojos claros
hago vías lácteas que iluminen
las piedras que me lanzaste desde el camino.
Dulce y empalagosa, quieres más corrupción.
No te la daré.
La lamerías.
Jajajajaja, ¿lo ves?
Dos minutos.
Basta con juntar un poco de doble sentido sexual, lo corrupto con lo dulce, lo infinito con el camino pedregoso de cabras, lo agresivo, lo ajado, los reptiles, los alicates. Todo el imaginario para darle esa trascendencia pseudodemoníaca y hacerse el “yo soy malo, misterioso, y te puedo hacer pupita porque siento las cosas con frenética intensidad, y tu culo te lo voy a romper porque te gusta y cuando grites pidiendo más me detendré, me fumaré un cigarro y te miraré con poco interés. Luego te acariciaré la mejilla y me comeré un yogur. Después afilaré mis garras y saldré a la noche. Espérame despierta, volveré oliendo a sátiro. Muy divertido.
Dame cinco palabras: poemas en dos minutos
colibrí
rollito de primavera
espartano
espasmo
Al borde del audífono sintomático
me siento en las tardes de cremallera
a desvirgar el latido del pequeño corazón
del colibrí,
a abrazar su espasmo
con espartano vómito y palpitante desliz.
Sobre las piedras, mis manos de tierra
se nutren de su vuelo exagerado
y mis dedos, como rollitos de primavera
sobre el plato
esperan el grito
de tus desinteresadas inyecciones de arcilla y mar.
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La anchoa como arte
(¡Con cariño y mala leche, nunca dirigida a tu hermosa materialidad!)
Olvidaba añadir que al abrir la lata de anchoas es del todo conveniente pringar algo (lo que sea), es una cuestión de amor impropio.
PD: También iba a preguntar con qué dedo has estado aburriéndote, por no aburrirte (y por no aburrirte yo con el mismo. Esto es absurdo, lo sé, pero no más que aburrirse con dedo ajeno).
Nota: El párrafo anterior hay que leerlo tres veces.
Natillas de alcachofa
que se extasían ante la madriguera de un conejo.
Porque la naturaleza es fea, cargante y hostil.
No tiene ningún mensaje que transmitir al ser humano.
Es agradable, al volante de un potente Mercedes.
Atravesar lugares grandiosos y solitarios
manejando con destreza la palanca de cambios.
Se dominan los montes, los ríos y las cosas.
Los cercanos bosques se deslizan bajo el sol
y parecen reflejar conocimientos antiguos,
se presienten maravillas en el fondo de sus valles,
y al cabo de unas horas empiezas a confiarte,
te bajas del coche y empiezan los problemas.
Aterrizas en mitad de un desorden repugnante,
de un universo abyecto y desprovisto de sentido
hecho de piedras, de zarzas, de moscas y de serpientes.
Echas de menos los aparcamientos y los vapores de gasolina,
el brillo suave y sereno de un mostrador de níquel.
Demasiado tarde. Demasiado frío. Comienza la noche.
El bosque te oprime en su cruel sueño.
Michel Houellebecq
La madriguera de un conejo, más que fea, cargante y hostil, se me antoja bella, relajante y hospitalaria. Basta con amueblarla bien. Si vale la pena gastarse mil euros en algo es en un buen sofá. Lo que le pasa al señor Houellebecq es más que nada que el tedio le hace confundir ciertas cosas, por ejemplo la depresión con las natillas de alcachofa.
Yo he conducido la bestia negra, un repugnante y maravilloso mercedes 600 y, os digo que, cuando sacas un pie para volver al mundo real (llamado viejo ford fiesta), todo es tremendamente deprimente, pero al menos puedes tirar la ceniza al suelo, llenar de migas el asiento del copiloto y cerrar la puerta de una patada sin necesidad de estar enfadado. Así, cuando paras a mear en medio de la nada, las zarzas representan un esfuerzo de adaptación al medio, las moscas te indican que si te mueres allí mismo al menos se te comerán los gusanos si no llegan los buitres, y la serpiente te recuerda que es mejor pisar este mundo con unas buenas botas.
Además, el señor Houellebecq ha olvidado citar los pestilentes lavabos de las áreas de servicio. Pero yo sé que los frecuenta para ampliar su colección de fotos de escobillas de váter abandonadas.
Suicidio
que tras la muerte el hombre
persigue una existencia fantasmagórica
te lo haré saber.
Si no doy señales de "vida" durante un mes
que sepas que se muere como se pudre
una cebolla, una silla, un sombrero.
Me suicido por asco.
Yo, no sé si prefiero pudrirme como una cebolla o como una silla. En todo caso me apetece más pudrirme como estrella fugaz, como llama de cirio consumido o como champiñón de pizza abandonada. Lo cierto es que la vida a veces es una patata podrida y hedionda, pero hoy es más bien un amasijo de retazos de tela de sofá con los que voy a hacerme un pasamontañas para secuestrarte. Si no lo consigo, será que te me has escapado del cazamariposas. Mas yo no me rindo: aguantaré la respiración y, cuando no pueda más, te aspiraré sonoramente como a un puñado de semillas en un campo de trigo.
Cerda
de propagación de la especie
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Yo una vez me acerqué a oler el cabello de mi amada en un paso a nivel y casi me atropella un tren. De ello dedujo sin duda algún espectador que yo amaba a aquella mujer con verdadera locura, pues el susto que me dio el claxon ferroviario hizo que me abalanzara sobre ella de forma poco habitual en nuestras aburridas urbes. A mí lo que dicen los cerdos me resulta siempre un tanto gastronómico, me sabe a llonganissa, a butifarra d'ou y a galtes con patatitas cuyo destino son mi estómago, mis venas, mis órganos y finalmente mis espermatozoides, mis pensamientos y éstas palabras (hoy he comido fuet). Y con respecto al astro más remoto, lo visité ayer y tenía forma de jamón de Trevélez, lo cual me recordó a las piernas de mi amada, que era la mayor cerda con la que pueda uno atragantarse. Pero yo la quería igual.
18.9.07
Pongamos
Vitamina D
Los cantos de Maldoror
Por muy egipcio que sea, ¿no tiene cara de llamarse Maldoror?
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