martes, 27 de noviembre de 2007

Tocinillos de cielo

Tocinillos de cielo se engarzan
en nubes de aires ajados y formas licuadas.
Hundiré el tornillo hasta resquebrajar la madera en dos
(y oirás el chasquido del pulmón cortado por los alicates)
para sentirte siglos y galaxias, abierta y desangrada
entre mis manos de sicario de los lagartos.
Te rompo, te despedazo, y con tus ojos claros
hago vías lácteas que iluminen
las piedras que me lanzaste desde el camino.
Dulce y empalagosa, quieres más corrupción.
No te la daré.
La lamerías.
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Jajajajaja, ¿lo ves?
Dos minutos.
Basta con juntar un poco de doble sentido sexual, lo corrupto con lo dulce, lo infinito con el camino pedregoso de cabras, lo agresivo, lo ajado, los reptiles, los alicates. Todo el imaginario para darle esa trascendencia pseudodemoníaca y hacerse el “yo soy malo, misterioso, y te puedo hacer pupita porque siento las cosas con frenética intensidad, y tu culo te lo voy a romper porque te gusta y cuando grites pidiendo más me detendré, me fumaré un cigarro y te miraré con poco interés. Luego te acariciaré la mejilla y me comeré un yogur. Después afilaré mis garras y saldré a la noche. Espérame despierta, volveré oliendo a sátiro. Muy divertido.
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