martes, 27 de noviembre de 2007

Tocinillos de cielo

Tocinillos de cielo se engarzan
en nubes de aires ajados y formas licuadas.
Hundiré el tornillo hasta resquebrajar la madera en dos
(y oirás el chasquido del pulmón cortado por los alicates)
para sentirte siglos y galaxias, abierta y desangrada
entre mis manos de sicario de los lagartos.
Te rompo, te despedazo, y con tus ojos claros
hago vías lácteas que iluminen
las piedras que me lanzaste desde el camino.
Dulce y empalagosa, quieres más corrupción.
No te la daré.
La lamerías.
.

Jajajajaja, ¿lo ves?
Dos minutos.
Basta con juntar un poco de doble sentido sexual, lo corrupto con lo dulce, lo infinito con el camino pedregoso de cabras, lo agresivo, lo ajado, los reptiles, los alicates. Todo el imaginario para darle esa trascendencia pseudodemoníaca y hacerse el “yo soy malo, misterioso, y te puedo hacer pupita porque siento las cosas con frenética intensidad, y tu culo te lo voy a romper porque te gusta y cuando grites pidiendo más me detendré, me fumaré un cigarro y te miraré con poco interés. Luego te acariciaré la mejilla y me comeré un yogur. Después afilaré mis garras y saldré a la noche. Espérame despierta, volveré oliendo a sátiro. Muy divertido.
.

Dame cinco palabras: poemas en dos minutos

Lo bueno de pedirle a alguien generoso que te dé cinco palabras es que, sin que te lo esperes, te puede dar siete. Eso me ocurrió a mí. El tema para el ejercicio era "La sordera".

cremallera
colibrí
rollito de primavera
espartano
espasmo
.
LA SORDERA

Al borde del audífono sintomático
me siento en las tardes de cremallera
a desvirgar el latido del pequeño corazón
del colibrí,
a abrazar su espasmo
con espartano vómito y palpitante desliz.
Sobre las piedras, mis manos de tierra
se nutren de su vuelo exagerado
y mis dedos, como rollitos de primavera
sobre el plato
esperan el grito
de tus desinteresadas inyecciones de arcilla y mar.

.

La anchoa como arte


“El arte es lo que nos cura de la Vida”
.
Ah, vaya. Yo pensaba que el arte era, tras coger el concepto "lata de anchoas barnizada de rosa con sésamo y tornillos", deconstruirlo con un azadón, recuperar la idea postmoderna del tornillo sesamizado en barníz, coserle a la idea un botón de ancla, apartar la lata de anchoas, abrirla, ingerir su contenido sin pan, rociar el tornillo con aceite en memoria de las víctimas del último huracán emitiendo grititos y apretando el culo, y no olvidarse de filmar todo el evento con el móvil mientras declamas en falsete un manifiesto sobre la conveniencia de hacer una revolución bajo el signo de un nuevo movimiento, el de los artistas postmalos.

(¡Con cariño y mala leche, nunca dirigida a tu hermosa materialidad!)

Olvidaba añadir que al abrir la lata de anchoas es del todo conveniente pringar algo (lo que sea), es una cuestión de amor impropio.

PD: También iba a preguntar con qué dedo has estado aburriéndote, por no aburrirte (y por no aburrirte yo con el mismo. Esto es absurdo, lo sé, pero no más que aburrirse con dedo ajeno).
Nota: El párrafo anterior hay que leerlo tres veces.


Información adicional: Este mensaje derivó en una conversación que se ha perdido y de la que sólo debe quedar rastro en alguna base de datos inaccesible para mí. En ella se hablaba de dedos enviados en una caja de lápices Alpino, o bien dejados como herencia que debería ser entregada sólo al cumplir la mayoría de edad, en una encarnación de la muerte armada con azadón que debía llegar antes de las 3 (porque a esa hora me iba a recolectar egagrópilas), en un conjunto de ropa interior femenina y mortal quemado ritualmente por alguien vestido de musaraña antes de que la citada encarnación, habiéndose quitado esas prendas, procediera a su ejecución, y de algunas otras cosas de diversa índole que no consigo recordar ya.
.

Natillas de alcachofa

No envidio a esos pomposos imbéciles
que se extasían ante la madriguera de un conejo.
Porque la naturaleza es fea, cargante y hostil.
No tiene ningún mensaje que transmitir al ser humano.
Es agradable, al volante de un potente Mercedes.
Atravesar lugares grandiosos y solitarios
manejando con destreza la palanca de cambios.
Se dominan los montes, los ríos y las cosas.
Los cercanos bosques se deslizan bajo el sol
y parecen reflejar conocimientos antiguos,
se presienten maravillas en el fondo de sus valles,
y al cabo de unas horas empiezas a confiarte,
te bajas del coche y empiezan los problemas.
Aterrizas en mitad de un desorden repugnante,
de un universo abyecto y desprovisto de sentido
hecho de piedras, de zarzas, de moscas y de serpientes.
Echas de menos los aparcamientos y los vapores de gasolina,
el brillo suave y sereno de un mostrador de níquel.
Demasiado tarde. Demasiado frío. Comienza la noche.
El bosque te oprime en su cruel sueño.

Michel Houellebecq


.
A ver, vayamos por partes:
La madriguera de un conejo, más que fea, cargante y hostil, se me antoja bella, relajante y hospitalaria. Basta con amueblarla bien. Si vale la pena gastarse mil euros en algo es en un buen sofá. Lo que le pasa al señor Houellebecq es más que nada que el tedio le hace confundir ciertas cosas, por ejemplo la depresión con las natillas de alcachofa.
Yo he conducido la bestia negra, un repugnante y maravilloso mercedes 600 y, os digo que, cuando sacas un pie para volver al mundo real (llamado viejo ford fiesta), todo es tremendamente deprimente, pero al menos puedes tirar la ceniza al suelo, llenar de migas el asiento del copiloto y cerrar la puerta de una patada sin necesidad de estar enfadado. Así, cuando paras a mear en medio de la nada, las zarzas representan un esfuerzo de adaptación al medio, las moscas te indican que si te mueres allí mismo al menos se te comerán los gusanos si no llegan los buitres, y la serpiente te recuerda que es mejor pisar este mundo con unas buenas botas.
Además, el señor Houellebecq ha olvidado citar los pestilentes lavabos de las áreas de servicio. Pero yo sé que los frecuenta para ampliar su colección de fotos de escobillas de váter abandonadas.
.

Suicidio

Si es verdad, como se pretende
que tras la muerte el hombre
persigue una existencia fantasmagórica
te lo haré saber.
Si no doy señales de "vida" durante un mes
que sepas que se muere como se pudre
una cebolla, una silla, un sombrero.
Me suicido por asco.

.

Carta dejada sobre la mesa antes del quinto intento de suicidio de G.Luca, que consistió en tratar de morir conteniendo voluntariamente la respiración. U.V.
.
.

Yo, no sé si prefiero pudrirme como una cebolla o como una silla. En todo caso me apetece más pudrirme como estrella fugaz, como llama de cirio consumido o como champiñón de pizza abandonada. Lo cierto es que la vida a veces es una patata podrida y hedionda, pero hoy es más bien un amasijo de retazos de tela de sofá con los que voy a hacerme un pasamontañas para secuestrarte. Si no lo consigo, será que te me has escapado del cazamariposas. Mas yo no me rindo: aguantaré la respiración y, cuando no pueda más, te aspiraré sonoramente como a un puñado de semillas en un campo de trigo.


.

Cerda

El inventor del Amor. Gherasim Luca
.
Si al realizar este simple acto:
oler el cabello de la amada
no se pone en peligro la propia vida
no se compromete el destino
del último átomo de su sangre
y del astro más remoto
entonces el amor es en efecto
como dicen los cerdos
una operación digestiva
de propagación de la especie

-- -- -- -- -- -- -- -- -- -- -- -- -- -- -- --

Yo una vez me acerqué a oler el cabello de mi amada en un paso a nivel y casi me atropella un tren. De ello dedujo sin duda algún espectador que yo amaba a aquella mujer con verdadera locura, pues el susto que me dio el claxon ferroviario hizo que me abalanzara sobre ella de forma poco habitual en nuestras aburridas urbes. A mí lo que dicen los cerdos me resulta siempre un tanto gastronómico, me sabe a llonganissa, a butifarra d'ou y a galtes con patatitas cuyo destino son mi estómago, mis venas, mis órganos y finalmente mis espermatozoides, mis pensamientos y éstas palabras (hoy he comido fuet). Y con respecto al astro más remoto, lo visité ayer y tenía forma de jamón de Trevélez, lo cual me recordó a las piernas de mi amada, que era la mayor cerda con la que pueda uno atragantarse. Pero yo la quería igual.
18.9.07

Pongamos

Pongamos que, como dices, de sexo convencional estás más que servida. Podría deducirse de tal afirmación que, si bien no te llena, tampoco prescindes de él. Es más, incluso viene siendo algo muy habitual que te ocupa muchas horas, por más que busques algo diferente. Eso me hace pensar en que, si tus necesidades rondan, pongamos, los 6 orgasmos en un día, pongamos, cada tres días, debes de disponer de un vibrador con pilas alcalinas. Pongamos que es de diseño convencional, claro, con dos grandes testículos de plástico pongamos rosa en la base. O pongamos que tienes algún amigote (pongamos diseñador gráfico, perilla y patillas, hábil con los dedos y la lengua, con mucho tiempo libre y aficionado al dijeredoo). Pero pongamos que tanta habilidad no es convencional. Y pongamos que el tipo descrito no te pega. Si te pegara sería menos convencional y además poco recomendable, por peligroso. Puestos a proponerte algo más imaginativo, lo siento, pero a mí sólo se me ocurre desnudarte, pegarte gomets por todo el cuerpo y sacarte a pasear al parque para deleite de niños y profesoras de primaria, luego tumbarte en la mesa de ping pong del parque y espolvorear sobre tu cuerpo miles de flores de jazmín, y finalmente invitar a la concurrencia a una paella mientras nosotros nos fugamos en ultraligero con destino a una pradera de alta montaña del Pirineo Aragonés, donde te esperarían los siete enanitos que, tras quitarte uno a uno los gomets, te prepararían una gran cama bajo las estrellas en la que pudieras reposar de tan agitada experiencia. Yo te arroparía y velaría tu sueño para que no te molestaran los buitres. Si de la tensión acumulada no puedes dormir, no te preocupes, pongamos que te habré traído tu vibrador.
12.9.07

Vitamina D

Hola, de un tiempo a esta parte he estado pensando en ti, en mí, en nosotros, en ellos. También he dedicado unos instantes a reflexionar sobre qué cantidad de vitamina D puedo haber estado sintetizando desde que hace 10 minutos me da el sol en una pantorrilla. Ahora me entretengo buscando una relación entre tú y yo y el sol, entre nosotros y la vitamina D, entre ellos y mi pantorrilla. ¡Y creo que ya lo tengo! Una flor entreabierta es una posibilidad. "Puedes llamarme", me dijiste. Y te olí sin tenerte prisa. A ti hay que dejarte perfumar la vida.

Los cantos de Maldoror

Yo también leí los Cantos de Maldoror en mi adolescencia. Me dejó una trepidante sensación de no lectura que me dura hasta hoy en día, lo cual no deja de otorgarle cierto mérito al autor. Y, curiosamente, ayer mismo lo quemé, o, más bien, se me quemó. Resulta que no tenía nada en la nevera excepto unas lonchas de queso que se habían puesto duras y estaban enganchadas unas con otras. Me recordó a las páginas del libro, pegadas entre sí ya el día en que lo leí con las manos. Decidí rebanarlo por en medio con un cuchillo jamonero, meter las lonchas dentro y hornearlo sobre un pradillo de cebolletas picadas. Pero una súbita aparición de San Isidore Ducasse me condujo a la ventana a ver la luna llena y, cuando sentí el olor a quemado, ya era tarde. Pero había hambre. Pude rescatar algo de queso y, al ingerirlo con cierto asco, noté el sabor del plan B que meses antes se me había traslonchado. Un plan B siempre sabe amargo, necesitaba un plan C, "c" de carbonizado. Cogí los restos carbonizados del libro y, para ahuyentar a los santos, sobre una cartulina roja dibujé las encías del animal que un día me devorará, lo rocié con mermelada de fresa y lo colgué con celo sobre la pantalla del televisor. Ya sé que no es especialmente transportable, pero no pretendo llevarlo a ninguna sala de exposiciones, de momento. Veremos qué aspecto tiene cuando se seque, si convencional, tradicional o, sencillamente, diferente. En cualquier caso, nunca será tan bello como algo extraño que hay en ti, oscuro como un mar nocturno iluminado que quienes somos un encanto debemos limitarnos a imaginar desde la distancia.
.

Por muy egipcio que sea, ¿no tiene cara de llamarse Maldoror?

.

Embrujo

Una vez le dije a un amigo que me gustaba que las mujeres me embrujaran. Él contestó que a él no, que el embrujo, el hechizo no era más que una ilusión y que él prefería lo natural. Me pareció un interesante artificio dialéctico. Pero también leí en un cuento que la mirada de la seducción es oblicua mientras que una mirada clara y limpia es redonda, y que las líneas oblicuas nos turban y nos llenan de ansiedad mientras que las curvas nos sosiegan, especialmente si hablamos de arquitectura y de formas de la naturaleza. En fin, estos conceptos que te transmito y que no sé si vienen muy al caso, me han pasado por la cabeza al leer en tu mensaje la palabra artificio. Por mi experiencia en estos andurriales virtuales, creo que no se debe confundir el misterio con el artificio.

Relatos podológicos desde la distancia


¿Qué le hace pensar a su inquieta feminidad que mi sosegado interés pueda enfriarse? Dejando aparte esta estúpida pregunta, haré otra aún más estúpida: ¿Te has parado a pensar en el espectáculo que podrían ofrecer(te) tus admiradores fetichistas si los congregas en una misma fecha y hora, los sientas en sillas en una sala alquilada para la ocasión, pones esas botas sobre un pequeño pedestal y sacas un pie sugerentemente envuelto en un pañuelo de seda blanca desde detrás de una cortina (no importa el material) y cuelgas un cartelito de tu dedo meñique que diga: "Dejaos llevar pero no os acerquéis a menos de 3 palmos"? Si se trata de juegos, se me ocurren otros más morbosamente ridículos e incómodos. Si los congregas de uno en uno, le das a cada uno 15 minutos y los observas desde un cristal opaco, puedes escribir un libro titulado "Relatos podológicos desde la distancia". Si cada vez perfumas el pañuelo con algo distinto (queso de cabrales, orégano, desodorante masculino, almizcle, mistol, esencia de gazpacho, aceite para coches), te juro por mi madre que tu libro vende.
.
.
¿Pie d Ra?
.