martes, 27 de noviembre de 2007

Cerda

El inventor del Amor. Gherasim Luca
.
Si al realizar este simple acto:
oler el cabello de la amada
no se pone en peligro la propia vida
no se compromete el destino
del último átomo de su sangre
y del astro más remoto
entonces el amor es en efecto
como dicen los cerdos
una operación digestiva
de propagación de la especie

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Yo una vez me acerqué a oler el cabello de mi amada en un paso a nivel y casi me atropella un tren. De ello dedujo sin duda algún espectador que yo amaba a aquella mujer con verdadera locura, pues el susto que me dio el claxon ferroviario hizo que me abalanzara sobre ella de forma poco habitual en nuestras aburridas urbes. A mí lo que dicen los cerdos me resulta siempre un tanto gastronómico, me sabe a llonganissa, a butifarra d'ou y a galtes con patatitas cuyo destino son mi estómago, mis venas, mis órganos y finalmente mis espermatozoides, mis pensamientos y éstas palabras (hoy he comido fuet). Y con respecto al astro más remoto, lo visité ayer y tenía forma de jamón de Trevélez, lo cual me recordó a las piernas de mi amada, que era la mayor cerda con la que pueda uno atragantarse. Pero yo la quería igual.
18.9.07

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